1 de marzo de 2024

El caballero

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Personaje de la época medieval “el caballero”. Lo analizamos de varios aspectos tales como su forma de ser, sus ideales, su contexto social, su armadura, su armamento, su fidelidad y su fe. El caballero era un ser muy noble y de gran corazón.

Definición:

El caballero era un guerrero a caballo de la Europa medieval que servía al rey o a otro señor feudal como contrapartida habitual por la tenencia de una parcela de tierra, aunque también por dinero o como tropa mercenaria. El caballero era por lo general un hombre de noble cuna que, habiendo servido como paje y escudero, era luego ceremonialmente ascendido por sus superiores al rango de caballero. Durante la ceremonia el aspirante solía prestar juramento de ser valiente, leal y cortés, así como proteger a los indefensos.

Ideales:

Valor: Los caballeros deben soportar sacrificios personales para servir los ideales y a las personas necesitadas. Esto implica el elegir mantener verdad a toda costa.wergrewgrewgrewg

El valor no significa ser estúpido arrogante, sino tener voluntad de hacer lo correcto. Estos personajes tenían un gran valor, capaces de pelear con gran coraje contra seres superiores que mantenían a las personas de los pueblos aterrorizados.

Historia de la aparición de los caballeros y la nobleza

Terminología

En inglés, los términos “knighthood” y “chivalry” (caballería) son, a menudo, confusa o innecesariamente diferenciados. El término “knighthood” viene de la palabra inglesa “knight” (del ingles antiguo “cniht”, chico, sirviente, equivalente a la alemana “Knecht”) mientras que “chivalry” viene del francés “chevalerie”, de “chevalier” (del latín “caballus”, caballo ). En ingles moderno, caballería significa los ideales, virtudes o características de los caballeros. Las expresiones “orders of chivalry” y “orders of knight-hood”  (órdenes de caballería) son básicamente sinónimos.

La traducción alemana para “knight” es “Ritter” (literalmente, jinete). El término latino en la Edad Media era “miles”, mientras que “knight” era, por definición, un soldado profesional. En la Edad Moderna se prefería el término clásico latino “eques”

La aparición de los caballeros 

Para ser concisos, un caballero era un soldado profesional. Los viejos “ejércitos de ciudadanos” de la antigüedad fueron sustituidos por ejércitos profesionales. Esta tendencia se vio reforzada con la aparición en el siglo VIII del estribo, lo que hizo mucho más poderosos a los hombres a caballo y convirtió a la caballería en el elemento más importante de los ejércitos medievales.

Pero ser un soldado de a caballo era caro, por lo que se necesitaba tener unos ingresos elevados para comprar y mantener un caballo y el equipo correspondiente (armadura, armas). Por ello, aquellos que eran demasiado pobres para ofrecer este servicio se convirtieron en meros campesinos, vinculados a la tierra.

En la sociedad feudal que surge en el siglo X, todo el mundo que poseía tierra perteneciente a otra persona, lo hacía ofreciendo a cambio bienes o servicios de algún tipo. Los hombres que no eran libres, ofrecían una parte de sus cosechas y a sí mismos como mano de obra. Los hombre libres, ofrecían servicios militares, ya fuera personalmente (si no eran lo bastante ricos) o utilizando los servicios de otros. Así, un hombre que tuviera sus tierras en el feudo de otro, debía servir como caballero a su señor. Un vasallo más importante, al ser llamado por su  señor feudal, agruparía a sus caballeros y formaría un contingente dentro del ejército de su señor.

El desarrollo de la caballería

En sus orígenes, la caballería era una asociación profesional. Incluía a aquellos hombres que podían permitirse hacer y mantener la gran inversión de capital que suponía la guerra a caballo (caballo y armadura).

Aparece en el siglo XI, y sus miembros son nobles (miembros de las grandes familias terratenientes), así como pequeños propietarios de tierras, hombres libres, artesanos (en España, los caballeros villanos fueron corrientes hasta el siglo XIV). Debe entenderse que, incluso en la época feudal, las fronteras de la caballería eran muy finas. Cualquiera que, ya fuera por suerte o por su propio esfuerzo, consiguiera el entrenamiento y el equipo necesarios para ser un caballero, podría formar parte de ella.  En el transcurso de ese mismo siglo, se añade una dimensión social y ética al aspecto puramente profesional. La gran influencia de los monjes cluniacenses, que intentan darle una cierta ética a la guerra salvaje, lleva a la definición de un verdadero miles Christi, un soldado que sigue un cierto código de comportamiento que en nuestros días llamaríamos caballeresco. A partir de la segunda mitad del siglo XII, la literatura (gestas y romances del rey Arturo) ofrece, además, un modelo para la comunidad de la caballería, así como un vehículo para su glorificación.

Caballería y nobleza

Los caballeros no eran necesariamente nobles, ni los nobles eran necesariamente caballeros. Sin embargo, a partir del siglo XII y en adelante, ambas clases, caballería y nobleza, tendieron lentamente a fusionarse. Los nobles se convertían en caballeros de forma cada vez más habitual. El príncipe francés que más tarde se convertiría en Luis VI fue hecho caballero sin el conocimiento de su padre, el cual desconfiaba de una clase profesional bastante heterogénea, pero a partir de entonces todo rey francés fue caballero.

Por su parte, la herencia entra a formar parte de la caballería en el siglo XIII. El hijo de un caballero es automáticamente escudero, lo que le convierte en elegible como caballero en base a su linaje; al mismo tiempo, la caballería es cada vez más restrictiva con los no descendientes de caballeros mediante diversas restricciones legales impuestas en el transcurso del siglo XIII. A finales de dicho siglo, una decisión del Parlamento de París prohíbe al conde de Artois armar caballeros a hombres no libres sin el consentimiento del rey; es curioso reseñar que, a los dos hombres que ya habían sido hechos caballeros se les permitió seguir siéndolo a cambio de una compensación económica. Esto marcó tanto el fin de la clase caballeresca como el inicio de una nueva forma de acceso a ella: mediante compra. En Inglaterra, la evolución fue diferente: aquellos que poseían tierras en el feudo de un caballero pero no querían tomar esa profesión podían pagar un impuesto. En Inglaterra, la caballería no se convirtió en una clase hereditaria y, en vez de ello, la clase caballeresca (los que eran elegibles como caballeros) se convirtió en el núcleo de la pequeña nobleza.

El final de la caballería

Como institución militar, la caballería comienza su declive a partir de finales del siglo XIII. El final de la sociedad feudal significó que los soberanos consiguieron el monopolio de la guerra, y que la vieja manera de servicio militar rendido al señor inmediatamente superior a uno quedó obsoleta.

Los reyes aún reunían a sus caballeros para las guerras, pero, cada vez en mayor medida, recurrían a otras fuentes de soldadesca, los mercenarios, cuyo uso se hizo habitual en el siglo XIV. Los preparativos de guerra de Enrique V de Inglaterra, que están bien documentados, muestran la forma en la que el rey reunía un ejercito: firmaba docenas de contratos con individuos que se comprometían a ofrecer un número dado de soldados y arqueros (normalmente 3 arqueros por cada soldado) cuando llegara el momento de tomar las armas.

El desarrollo de la pólvora y los cada vez más potentes arcos supusieron que ya no se pudiese confiar en el uso de las cargas de caballería para romper las líneas enemigas y conseguir una rápida victoria, con lo que el reinado de la caballería llegó a su fin. Si hay una batalla que resume este cambio, es la de Agincourt, en 1415. Los caballeros franceses a la carga, encerrados por el terreno y las flechas inglesas en una línea de ataque fragmentada y restringida, alcanzaron las líneas enemigas sin ningún espacio de maniobra, y en cuanto cayeron los primeros caballos, los demás no pudieron moverse en ninguna dirección. Así, en media hora la batalla quedo decidida, y miles de caballeros franceses fueron hechos prisioneros. El miedo a un segundo ataque llevó a los ingleses a matarles en el acto, con lo que la nobleza francesa se vio tremendamente diezmada en un solo día. Los franceses aprendieron la lección; Carlos VII, que finalmente consiguió expulsar a los ingleses, creó el primer ejército profesional permanente de Europa.

Los ideales de la caballería siguieron existiendo, quizá precisamente porque la realidad de la caballería había desaparecido, y se dio rienda suelta al romanticismo. El rey francés Francisco I insistió en ser nombrado caballero en la batalla de Marignano de 1515, que supuso su primera victoria.

Torneos y desfiles eran  los entretenimientos favoritos en la corte francesa del siglo XVI. Se construyeron armaduras completas cada vez más complejas por puro placer, imitando de forma muy barroca los modelos primitivos. Las poéticas narraciones de Ariosto de las cruzadas popularizaron las figuras de Orlando y Ruggiero y extendieron el mito caballeresco otros 200 años. En el siglo XIX, cuando ya nadie leía a Ariosto, Sir Walter Scott y los Románticos hicieron suya la causa.

 

Ordenes de Caballería y su Código

Órdenes de Caballería

Los orígenes de las órdenes de caballería están en las Cruzadas. En Oriente Próximo, surgieron unas nuevas instituciones en las que los caballeros (soldados profesionales) se asociaban entre ellos bajo una estricta y casi monástica forma de vida para proteger a los peregrinos y defender las conquistas cristianas en Tierra Santa. En el siglo XIV, justo cuando los órdenes monástico-militares originales estaban buscando una nueva misión tras la pérdida de Tierra Santa, los reyes empezaron a crear sus propias órdenes, copiando en parte a aquellas órdenes originales, pero con una finalidad diferente: blindar su propia nobleza. Más tarde, a finales del XVI, estas órdenes monárquicas fueron imitadas en la forma por las nuevas órdenes de mérito que se hicieron muy comunes en toda Europa.

Dado que cada institución intentaba servirse del prestigio de la anterior imitándola, el término “orden de caballería” ha ido transmitiéndose y es utilizado en nuestros días para premios y condecoraciones que ya no son órdenes ni están formadas por caballeros. En la sociedad actual, sólo sobreviven unas pocas órdenes desde los tiempos de las Cruzadas y la mayoría de las “órdenes de caballería” concedidas por soberanos o gobernantes (como la Orden de la Jarretera inglesa o el Toisón de Oro español) son, a pesar de su conexión histórica, premios al mérito.

Heráldica y Caballería

A menudo, las relaciones entre heráldica, nobleza y caballería son completamente malinterpretadas. Brevemente, hemos de decir que la heráldica apareció entre la aristocracia terrateniente y se extendió rápidamente a los caballeros en el siglo XII, en una época en la que caballería y nobleza eran clases muy distintas. A lo largo del siglo XIII, caballería y nobleza tienden a fusionarse, mientras que la heráldica se extiende y es usada por todas las clases sociales. Así que, la heráldica no está especialmente relacionada con la nobleza, aunque los usos de la heráldica más fáciles de documentar son los de los nobles, simplemente porque la nobleza era la elite. El desarrollo inicial de la heráldica sí que le debe mucho a las costumbres de la clase caballeresca, especialmente a la moda creciente de los torneos, que se hicieron cada vez más populares a partir del siglo XIII, justo cuando la caballería como institución militar estaba en declive. Los torneos eran la ocasión de mostrar los escudos de armas, y los heraldos, que en su origen eran un grupo especializado de trovadores, se convirtieron en los responsables de identificar y catalogar las armas de los participantes.

Su conocimiento de los escudos de armas también les ayudaba a identificar a los luchadores en plena batalla y a los muertos en el campo de batalla; por ello, los heraldos fueron rápidamente empleados, con capacidad oficial, en batallas, treguas o declaraciones de guerra.

El Código de la Caballería

  • Valor: Buscar la excelencia en todas las tentativas que se esperan de un caballero, ya sean marciales o de otro tipo, tratando de encontrar la fuerza necesaria para ser usada al servicio de la justicia, en vez de para el engrandecimiento personal.
  • Justicia: Buscar siempre el camino hacia ‘lo justo’ sin las trabas que suponen los prejuicios o el interés personal. Darse cuenta de que la espada de la justicia puede ser terrible, por lo que debe ser atemperada por la humanidad y la clemencia. Si lo que tú ves como ‘justo’ concuerda con lo que ven los demás y lo buscas sin doblegarte a la tentación de tu propia conveniencia, entonces merecerás un bien ganado renombre.
  • Lealtad: Ser conocido por tu inquebrantable compromiso con la gente y con los ideales por los que decidiste vivir. Hay muchas cosas que requieren un término medio; la lealtad no es una de ellas.
  • Defensa: El caballero ideal estaba obligado por su juramento a defender a su señor feudal y a todos aquellos que dependían de él. Tratar siempre de defender a tu nación, a tu familia y a todos aquellos a los que tú consideras dignos de tu lealtad.
  • Coraje: Ser un caballero significa, a menudo, elegir el camino más difícil, el más costoso a nivel personal. Estar preparado para hacer sacrificios personales al servicio de los preceptos y de la gente que valoras. Pero, al mismo tiempo, un caballero debe buscar la sabiduría que le haga ver que la estupidez y el coraje son primos hermanos. Coraje también significa optar en todo, antes que por la mentira fácil, por la verdad. Buscar la verdad cuando sea posible, pero acordándose de atemperarla con la clemencia, porque la verdad pura puede llevar al dolor.
  • Fe: Un caballero debe tener fe en sus creencias; la fe le libra del desarraigo y le da esperanza para luchar contra la desesperanza que suponen las debilidades humanas.
  • Humildad: Valorar primero las contribuciones de los demás; no jactarse de los propios logros, dejar que eso lo hagan los demás por ti. Contar las hazañas de los demás antes que las propias, otorgándoles el renombre bien ganado mediante actos virtuosos. De esa forma, se glorificará al oficio de caballero, ayudando no sólo a las personas de las que se habla, sino a todos aquellos que se llamen a sí mismos caballeros.
  • Generosidad: Ser generoso en la medida en que los recursos propios lo permitan; la generosidad usada de esta manera es contraria a la gula. La generosidad hace más fácil el camino de la clemencia para discernir cuando se hace necesaria una decisión difícil.
  • Nobleza: Buscar la grandeza de carácter manteniéndose fiel a las virtudes y tareas de un caballero, dándose cuenta de que, aunque los ideales no puedan ser alcanzados, el hecho de esforzase por hacerlo ennoblece el espíritu y hace que el carácter crezca desde las cenizas hasta la gloria. La nobleza tiene tendencia a influir en los demás, ofreciendo un buen ejemplo de lo que puede hacerse al servicio de lo justo.
  • Franqueza: Tratar de hacer todo de lo que hemos hablado de forma tan sincera como sea posible, no en razón de un beneficio personal, sino porque es lo correcto. No restrinjas tu exploración a un mundo pequeño; busca infundir de estas cualidades cada aspecto de tu vida. Si lo consigues, aunque sea en una pequeña medida, serás recordado por tu calidad humana y tus virtudes.
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